¿Alguna vez te has preguntado cómo saber si alguien está mintiendo?
En los posts anteriores he ido estableciendo algunas bases. Saber qué es una mentira (sobre todo en el comportamiento no verbal), o entender lo que nos lleva a mentir, y de qué modo mentimos.
Todo lo anterior nos posiciona en la casilla de salida para saber leer a los demás de manera correcta, ¿y sabes por qué? En el comportamiento no verbal, como en todo en la vida, si no sabes qué buscas, puedes encontrar cualquier cosa… y quizá no sea lo correcto. A estas alturas debería estar claro que lo que buscamos es la intención de mentir y no la verdad absoluta sobre los hechos.
Pistas para el engaño
Ahora que sabemos lo que buscamos, podemos aprender cómo encontrarlo. Podemos empezar a entender qué significan los gestos y expresiones de nuestro interlocutor. Para esto, primero debemos conocer las pistas. ¿Las pistas? Las personas cuando hablamos y no estamos siendo del todo sinceros dejamos unas pistas, a veces de un tipo y a veces de otro.
Según Paul Ekman hay dos tipos de pistas o fugas para detectar el engaño. La primera, es la que llama autodelación. Y la segunda la llama indicio de engaño.
La autodelación se da cuando un mentiroso revela erróneamente la verdad, aportando datos que son contradictorios. La más común es la típica de decir cosas que se contradicen. Por ejemplo, eso de yo no lo hice, y luego decir que sí hice, pero poco. Sin embargo, las más interesantes son las que consisten en decir una cosa y que el cuerpo, la cara o la voz diga otra. Por ejemplo, al expresar la intención de hacer algo encantado, y el labio superior se arquea hacia arriba (microexpresión sutil de asco).
El indicio de engaño, en cambio, no revela información, sino que algo ha pasado en nuestro interlocutor. Por ejemplo, el médico nota que un paciente empieza a retorcerse las manos (gesto que no venía haciendo) mientras le dice que se siente bien. Ahora tendrá una razón para sospechar que algo ha cambiado en la emoción del paciente. Sin embargo, con este indicio, no sabrá cómo se siente realmente —podría estar enojado con el hospital, disgustado consigo mismo o temeroso por su futuro—, eso sí, no lo sabrá a menos que obtenga autodelaciones.
A tener en cuenta
En situaciones en las que el enfoque es distinguir las fugas de las declaraciones realmente veraces, se debe tener mucho cuidado de no cometer ninguno de los dos errores más comunes:
En primer lugar, la ausencia de pistas no prueba que una persona esté siendo veraz; no todos los mentirosos muestran tales signos.
El segundo error es asegurar que la emoción oculta es evidencia suficiente de que una persona está mintiendo puesto que puede estar indicando otras causas (como el caso del paciente anterior).
Otras causas
Cuando se trata de indicios de engaño, debemos tener cuidado y evitar lo que Paul Ekman llama el error de Otelo.
Esta figura está basada en la obra de Shakespeare, donde Otelo, llevado por los celos inducidos por Yago, asesina a Desdémona, su mujer. Su error fue confundir los nervios de ella al proclamar su inocencia con un indicio de engaño, mientras que lo que realmente estaba mostrando eran nervios por no ser creída.
Dicho de otro modo, el error de Otelo consiste en asumir erróneamente que la expresión de una emoción es por ser pillado mintiendo, y no entender que las emociones no te dicen su causa. Vemos emociones, pero no sabemos qué las ha causado. El miedo a no ser creído puede ser el mismo que el de ser atrapado mintiendo.
Escrito por Zara Beltrán (formadora oficial de Paul Ekman International en Darte Human and Business School)
Ilustraciones: Juan Ignacio Beltrán
Referencia: “Cómo detectar mentiras” de Dr. Paul Ekman
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